Canto a la muerte dormida,
resplandeciente en su ataúd gime,
la rosa temblorosa y marchita,
con el paso de los años sobrevive.
He ahí sepulcro ingrávido, cruel mortaja,
que sucumbe al mortífero devaneo de la balanza.
Construyendo castillos de aliento,
la vida caprichosa aguarda,
alimentando a sus hijos,
devorados por la esperanza.
Cuán cruel y despiadado animal,
es el vástago fruto de la mañana otoñal!
Grita su nombre a los cuatro vientos,
Implora a los elementos:
Tierra,agua,fuego y aire.
Es todo lo que queda,
es todo lo que arde.
Tu alma se desvanece en un suspiro;
ya no hay nada que merecer la pena valga,
ya muere el "ser vivo".
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